Una de las preguntas más frecuentes que nos hacemos todos los corredores populares es, ¿cada cuánto tengo que cambiar de zapatillas? ¿tengo muy desgastada la suela? ¿puedo seguir corriendo con ellas?
Correr con unas zapatillas con muchos kilómetros, puede ser un problema para nuestra mecánica de carrera. En primer lugar porque cambiaremos nuestra pisada con respecto a cuando las tenemos nuevas y además, porque la espuma que protege a nuestras articulaciones, perderán consistencia cediendo en amortiguación y provocando así posibles lesiones.
Vale, pero, ¿cuántos kilómetros puedo hacer como máximo a las zapatillas? Pues como la mayoría de respuestas a todas las preguntas, depende. No es lo mismo hacer kilómetros a una zapatilla con la que rodamos (normalmente suelen ser más «gordas») que a una zapatilla con la que hacemos series (más «finas»).
Este tipo de zapatillas que usamos prácticamente para todo, son las que más tiempo nos van a durar. Se estima que nos pueden aguantar alrededor de 800 – 900 km sin problemas, pero esto no es más que un dato que tenemos que coger con pinzas.
Al igual que existen miles de zapatillas running en el mercado, existen cuerpos y anatomías diferentes en los corredores. Esto quiere decir que no es lo mismo que se ponga la zapatilla una persona de 55 kg que una persona de 80 kg. Obviamente, a menor peso, menor impacto y por ende, mayor durabilidad.
Pero no sólo el peso es una variable a tener en cuenta en esta ecuación. También influye, tipo de pisada, terrenos por donde corremos, mecánica de carrera,… aspectos demasiados técnicos que sólo un especialista será capaz de ofrecernos ayuda en este aspecto.
¿La mejor forma de saber cuándo cambiar de zapatilla runner? Sin duda, a simple vista. Observa el dibujo de la suela y palpa la espuma que nos ofrece la amortiguación (y por supuesto que no tenga «tomates»). Cuando veas y, especialmente, sientas que la zapatilla está desgastada, lo mejor es que la cambies.
Las que conocemos, como zapatillas de hacer series, son las que menos nos van a durar. Es lógico. Son las que menos pesan y las que menos amortiguación llevan, ya que nos ofrecen una serie de características que se alejan mucho de lo toscas que pueden llegar a resultarnos con las que hacemos los rodajes.
Normalmente esta zapatilla está mucho más castigada que la de los rodajes domingueros. Es normal, ya que no sólo las utilizamos para entrenar, sino también para competir y los movimientos que realizamos con ellas son, obviamente, mucho más bruscos al avanzar a mayor velocidad.
Éstas son capaces de aguantarnos una media de entre 300 y 400 kilómetros. Sin embargo, y al igual que ocurre con las de rodaje, lo ideal es que seas tú quien decida cuándo es el momento de cambiarlas, verificando cada semana la suela y la poca espuma de amortiguación que llevan. Cambiarlas a tiempo, es especialmente importante para evitar indeseadas lesiones.
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